Tu pequeña Wendy

Querido Tú,

Siempre consideré a Peter Pan como a un chiquillo caprichoso e inmaduro, producto de un mero cuento infantil. Pero apareciste tú, mi Peter Pan, y caí en la cuenta de que era solo un niño atrapado sin saber cómo crecer. Como tú. Como yo.

Ahora releo sus aventuras y veo que al final él cambia gracias al encuentro con Wendy. De hecho ambos lo hacen. Como nosotros.

Wendy se asoma a la ventana por las noches con el deseo de vivir aventuras, de ser libre, de ser ella misma. Y Peter vuela de ventana en ventana enarbolando la bandera de salvador de niños perdidos.

Cree de veras que es un héroe, que tiene el poder de liberar a los pequeños de ser adultos. Hasta que se encuentra con Wendy en una búsqueda desesperadamente inconsciente de ese otro que le tienda la mano y lo ame sin censura.

Peter Pan no es más que un niño asustado que cree que no merece ser querido.

Y llega el día en que se encuentran en la ventana y sucede. Saltan las chispas y surge la magia. Wendy el cose la sombra de nuevo a su pie, demostrándole así que lo quiere a él con todo lo que es. Como respuesta instintiva Peter vuelve cada noche a su ventana porque con ella puede permitirse ser él mismo.

Pero lo hace sin querer, algo lo impulsa cada noche a volar al encuentro de Wendy. No sabe por qué, pero vuelve, siempre. «Sólo si somos amados nos atrevemos a ser lo que somos, lo que nunca habríamos considerado posible«, Luigi Giussani.

Ambos se ayudan a vivir la vida con plenitud, le muestran al otro lo que les falta por vivir. Se acompañan a vivir, caminan (o vuelan en su caso) juntos. Por lo que se deduce que es la mirada del otro lo que los hace ser más plenos, más ellos mismos.

Se sienten amados y eso les permite respirar. ¿Quién no quiere un amor así?

De subconsciente a subconsciente,

Tu pequeña Wendy.

By: María Ros

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